Cuando menos lo esperes y sin importar cuánto intentes evitarlo, golpeará tu puerta. ¿Estás listo para recibir una visita inesperada?

¿Qué vas a hacer? ¿Vas a invitarla a pasar? No intentes cerrarle la puerta en la cara, pues no servirá. Más vale que, cuando el momento llegue, tengas algo de café preparado para convidarle. Seguro tendrán mucho de lo que charlar.

No seas prejuicioso; no la invites inmediatamente a sentarse ni le preguntes si necesita que subas el volumen de la radio. Ni sus rodillas son de cristal ni sus oídos están tan deteriorados. La Vejez estará esperando que tengas las ruedas de tu bicicleta bien infladas, un par de zapatillas limpias y algún sitio favorito hasta el que todavía puedas caminar. No es una visita cualquiera, es la nueva inquilina de tu casa.

A Pedro, al comienzo, no le gusta para nada la idea. ¡Qué cantidad de cosas de su cotidianidad tuvo que cambiar desde que llegó! Sin saber qué hacer, acude a su médico de cabecera, gracias a quien se entera de la existencia de un grupo de ayuda para adultos mayores. Comienza a reunirse con más personas que, como él, se acercan para descubrir, juntos, cómo navegar las misteriosas aguas de la nueva longevidad. Y cada noche, luego de los encuentros, se sienta en su escritorio y escribe con fascinación las historias de cada una de las personas que ha conocido.

¿Te animás a descubrirlas vos también?