El mundo gira como un caleidoscopio, pleno de lugares, puertos y seres que lo habitan. La realidad se plasma con algo de tristeza, dolor y humor, en mixtura con retazos de melancolía y alegría. Las distintas proporciones varían según los tiempos, los lugares, las vidas. En este devenir, como en los bucles de una cinta de Moebius se van cristalizando pequeños relatos, que dejan su huella en el papel sensible de la imaginación. Los textos se transcriben a la escritura, se convierten en negativos, fotogramas, espejismos, devenir de historias y son revelados con ingredientes de la poesía, el humor, la inquietud, la extrañeza y la pregunta.

Desde lejos, la hoja es sólo un punto verde en el universo, de cerca es una vida vibrante en cada nervadura. Algo así es un microrrelato o papel microsensible.