Las piezas incluidas en este libro son distintos tipos de relatos, algunos más elaborados y otros están rayando con la anécdota. La mayoría de ellos (ocho) son relatos humorísticos, o al menos tienen la intención de serlo, obviamente influidos por mis ocasionales presentaciones como comediante: El príncipe y el sapo (fragmento de mi monologo debut sobre un escenario); La defensa del canoso (este sin pisar las tablas); La derrota (la mala experiencia de un comediante); Un poquito de vejez es un ejercicio de introspección; El aumento es una obrita teatral que escribí allá lejos y hace tiempo; El despertador tiene como disparador un antiguo despertador que había en casa cuando era chico; Dolores de cabeza llegó influenciado por Alfred Jerry y la Patafísica; El sobreviviente está inspirado en el oficio peligroso de los dobles de riesgo.

Cuatro relatos corresponden al género fantástico: El secretario, una historia de ambición e ingratitud exacerbada; Las arenas es una alegoría sobre la codicia (inútil) de los hombres; El espejo nos cuenta la historia de un desamor que transcurre en Lima (Perú) y solo en el final aparece el elemento fantástico; Novia en el tren reúne temas como el amor eterno y los pueblitos que fueron abandonados por el ferrocarril.

De mi infancia vivida frente a un cementerio (el de Olivos) y a mi afición por los cuentos de terror provendrían Ludwig y Luna sobre el cementerio, ambos cuentos de vampiros.

Cuatro relatos remiten a la infancia y adolescencia: De amores y sarampiones (el amor infantil); Ulises (amor adolescente de secundaria); El robo (el deseo no correspondido de un niño y su posterior camino de vida); WhatsApp, que nos cuenta una experiencia en la escuela al regreso de la pandemia.

Solo me que queda desear a cada uno de mis estimados lectores que estos relatos sean o hayan sido de vuestro agrado.